Oscar Arias, Costa Rica, octobre 1989
Cien aňos libres. Discurso pronunciado por el Presidente de Costa Rica, Dr. Oscar Arias Sánchez, el 27 de octubre de 1989, en el acto inaugural de la reunión de Jefes de Estado y de Gobierno del Continente Americano.
Hay frente a nosotros una agenda común que a todos nos compete: democracia, desarrollo, desarme, deuda, deforestación y drogas. Nuestro compromiso deber ser abrir una oportunidad para colaborar entre todos, para afrontar y superar los problemas comunes, para fijar nuevos rumbos que alienten las esperanzas de los jóvenes en todos los rincones del mundo.
Mots clefs : Résistance civile et pacifique à la guerre | Respect des droits humains | La responsabilité des autorités politiques à l'égard de la paix | La démocratie, facteur de paix | Démilitarisation de la société | Oscar Arias | Sipaz (service international pour la paix) | Pratiquer le dialogue social pour maintenir la paix | Elaborer une culture de la tolérance et de la négociation pour gérer des conflits | Apprendre une culture de paix | Démilitariser et désarmer des groupes hors la loi | Reconstruire la paix par le développement | Costa-Rica
Réf. : Discurso pronunciado por el Presidente de Costa Rica, Dr. Oscar Arias Sánchez, el 27 de octubre de 1989, en el acto inaugural de la reunión de Jefes de Estado y de Gobierno del Continente Americano
Langues : espagnol
Bienvenidos a Costa Rica, tierra sin armas que no conoce la opresión. Gracias por estar aquí cuando con orgullo celebramos cien años de democracia.
Ricos y pobres, desarrollados y subdesarrollados, industrializados y en desarrollo, Norte y Sur, economía de la abundancia y economía de subsistencia. Mañana quizá nos dividiremos entre países espaciales y países terrestres. Estas son las palabras que hemos usado para decir siempre lo mismo: hay naciones que tienen mucho y otras poco. Pueblos que cada vez tienen más y otros cada día menos. Palabras con que señalamos una distancia que se agranda, una separación que se hace insostenible.
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Muchos caminos
Para afrontar las desigualdades en el bienestar de hombres y naciones se han intentado muchos caminos. En mayor o menor medida, casi todos los países aumentaron sus empresas y acciones de bien social mediante el Estado. Algunos pensaron, incluso, que era preciso conculcar las libertades para lograr la disciplina que permitiera el crecimiento económico. El correr de los años fue mostrando que el éxito, allí donde el hombre estaba preso, era lento y era efímero. Poco a poco, los pueblos del mundo fueron entendiendo que la libertad era el primer requisito para alcanzar un desarrollo sostenido y una paz duradera. Unos comenzaron a disminuir el aparato estatal y otros a desmantelarlo. Cayeron dictadores en todas las latitudes y caerán también las cortinas ideológicas, los muros y las alambradas.
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Democracia
La humanidad vive un reencuentro con la democracia. Pocos son los hombres en la historia que tienen el privilegio de pregonar la libertad de sus pueblos. Pocos son los que tienen la oportunidad de forjar el nuevo destino, de dibujar su rostro y fijar el tamaño de su alma. No puede gobernar en esta hora quien tiene rencores en el corazón. No puede hacerlo quien se aferra al pasado. No tiene derecho a gobernar pueblo alguno quien manchó sus manos con sangre, quien las tiene sucias de corrupción y droga, porque la dictadura y la maldad no caben en el mundo de la democracia.
Este reencuentro con la democracia, espectacular triunfo del espíritu, no significa que podamos renunciar a la solidaridad. Todo lo contrario. Algunos piensan que la libertad puede ser sinónimo de egoísmo y entonces predicen para el futuro mayor concentración de riqueza en pocos hombres y en pocas naciones. No se rescata la libertad de las garras de la opresión para transformarla en prisionera del egoísmo. Hemos visto muchas veces cómo quienes encabezaron luchas contra un dictador, en nombre de la libertad, iniciaron luego dictaduras de otro signo ideológico. Vivimos tiempos en que no se puede burlar el signicado de las palabras ni de los valores que los pueblos salvan de las tiranías.
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Sin miedo a la libertad
El reto del mundo que nace es saber definir lo que hará con la libertad. Así como en nuestros propios países estamos atados por la inercia de innumerables instituciones que responden al pasado, también lo estamos en el mundo internacional. Debemos tener coraje y visión, capacidad de dialogar con prontitud para deshacernos de actitudes que nos amarran al pasado. Debemos tener valor para robustecer la fe en un mundo diferente. Estamos cansados del mundo de la denuncia. Queremos un mundo de resultados. Llevamos cuarenta años denunciando la pobreza y la pobreza sigue aumentando; cuarenta años denunciando las desigualdades y la desigualdades siguen aumentando. Denunciamos la deuda y al financista y la deuda sigue aumentado y el financista haciéndose más poderoso. Denunciamos el hambre y el hambre se extiende. Nuestra impotencia ante la denuncia, la amenaza y la violencia nos está destruyendo. Demos la bienvenida a la libertad. Hagamos que caigan los dogmatismos para que un nuevo entendimiento nos permita trabajar por mejores soluciones.
Esta década, tan alentadora para la libertad, ha sido una década perdida para el desarrollo. Hemos sometido la libertad que nace a las instituciones del pasado, a aquellas que surgieron cuando reinaban sin oposición los dogmas, cuando la guerra fría podía transformarse en guerra nuclear, cuando el Estado era poderoso y hasta omnipotente. Seguimos cerrando las fronteras de nuestros mercados. Se esconden nuevas tecnologías y se cobran patentes tan altas por cada paso hacia el futuro, que millones de seres humanos quedan irremisiblemente condenados a vivir en la ignorancia y en el pasado. Cuando hacemos excepciones para influir en el comportamiento de la economía en favor de los más poderosos, estamos traicionando a la libertad reconquistada. Sería un grave error que, ahora que pueden caer los muros ideológicos que separan a los pueblos, permitamos no solo que persistan las divisiones económicas, sino también que levantemos nuevos muros que aparten más y más a las naciones ricas de las pobres.
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Paz
En esta década que cierra el siglo XX se abre una oportunidad única para el entendimiento y el desarrollo de los pueblos. Hace dos mil años un hombre pidió paz en la tierra para aquellos que tuviesen buena voluntad. Aún no le hemos dado un solo siglo sin guerras. No perdamos esta oportunidd. Hay frente a nosotros una agenda común que a todos nos compete: democracia, desarrollo, desarme, deuda, deforestación y drogas. Está en nuestras manos dejar atrás una era de confrontación entre las naciones, que a nada ha conducido. Nuestro compromiso deber ser abrir una oportunidad para colaborar entre todos, para afrontar y superar los problemas comunes, para fijar nuevos rumbos que alienten las esperanzas de los jóvenes en todos los rincones del mundo.
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Democracia y desarme
Nunca dos democracias se hicieron la guerra. Queremos, entonces, democracia en todos nuestros países para que exista paz duradera. Ello nos permitirá disminuir cada vez más lo que hoy se gasta en armas y dedicar esos recursos al desarrollo.
Cuando asumí mi mandato convoqué a una alianza para la libertad y la democracia en las Américas, como requisito necesario para una era de paz y pan. ¡Con qué alegría recibo hoy, aquí, a hombres que encabezaron el retorno de la democracia a sus pueblos! La tarea no ha concluido. Aún quedan gobiernos autoritarios. Aún subsisten tiranías. En nuestro continente hay dictaduras que tienen ya treinta años y otra quince, para vergüenza de la historia de la libertad. Junto con alentar los procesos electorales que abren oportunidades a las democracias, debemos utilizar todos los medios diplomáticos disponibles para que no quede un solo tirano en América.
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Democracia y droga
Los regímenes dictatoriales son repugnantges no solo porque coartan la libertad, violan los derechos del hombre y alientan la carrera armamentista, sino también porque tras ellos siempre se esconde la corrupción. En un régimen democrático, por existir libertad, es posible evitar estos males.
El más hermoso ejemplo de cómo la libertad se defiende a sí misma lo tenemos hoy en Colombia. Rindo homenaje al Presidente Virgilio Barco, a su pueblo y a sus periodistas por la valentía ejemplar con que han afrontado la terrible amenaza de los narcotraficantes. Así como a todos nos conmueve el valor de Colombia, debe preocuparnos lo que sucede cuando estas mafias de delincuentes son amparadas por algunas dictaduras. Una y otra vez la historia nos ha mostrado que, cuando cae un tirano, la verdad descubierta por la libertad suele ser aterradora: prisión, tortura y muerte, hambre, campos de concentración y exterminio. Debemos acabar con todas las dictaduras de América porque no habrá paz entre nosotros mientras una sola de ellas subsista. No podrá haber tranquilidad para nuestros pueblos mientras un gobierno se preste para esconder la corrupción y para distribuir la droga.
El daño que causa la droga atraviesa todas las fronteras. Nosotros también debemos cruzarlas para vencer a quienes la producen y trafican con ella y a quienes amparan ese infame comercio. Apoyamos sin reservas la cumbre que, para combatir la droga, fuera convocada por los presidentes de Bolivia, Colombia y Perú. Apoyamos también una reunión de la Organización de los Estados Americanos para que, lo antes posible, fijemos tareas y responsabilidades para la erradicación del narcotráfico.
Anuncio aquí, con orgullo, que la Asamblea Legislativa de mi Patria aprobó por unanimidad una de las legislaciones más severas del mundo para superar este flagelo.
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Democracia y desarrollo
Si el derecho al desarrollo no es pronto una realidad compartida para todas las naciones, millones de seres humanos buscarán un mejor destino emigrando a otros países. Cuando un campesino que trabaja tierras al sur del Río Bravo cruza la frontera para entrar en un pueblo rico, gana cien años de desarrollo para él y doscientos para sus hijos. Es imperativo que, así como la lucha por los derechos humanos, por la libertad, por la democracia y contra la droga han pasado a ser luchas son fronteras, el desarrollo sea también una cruzada sin límites geográficos. La pobreza en cualquier rincón de la tierra deber ser considerada injusticia para todas las naciones. Una amenaza a la paz en cualquier parte del mundo, amenaza la paz de todos.
Ayer se nos decía que la historia avanzaba en favor del fortalecimiento del Estado. Ayer también se nos dijo que la historia caminaba sin contratiempos en favor de que todo estuviese en manos del sector privado. Hoy vivimos un mundo cansado de los excesos de unos y de otros. Frustrado por los mezquinos logros a que se llegó con aquellas fórmulas en que unos pocos se refugiaban en el poder ideológico para hacer promesas mesiánicas y otros en el poder económico para hacernos soñar con mundos de abundancia fácil. Necesitamos, tanto para la libertad y la democracia de los países como para una nueva y sana convivencia interncional, que se imponga el mundo de los muchos, de los comunes , de los hombres y mujeres capaces de amar y sufrir para encontrar una esperanza compartida, en que la igualdad de oportunidades sea posible para hombres y naciones. Debemos ser muy creativos y alentar todas las expresiones para producir y para aliviar la pobreza. Que gobierne la gente significa que la economía esté en sus manos. Aliviar la pobreza requiere perder el temor a que se dé esa igualdad de oportunidades.
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Deuda
Las iniciativas para reducir la presión que el endeudamiento externo ejerce sobres las economías de los países deudores, deben ser consideradas con atención. El Plan Brady representa un avance importante y hemo de seguir alentando el diálogo que logre revertir lo antes posible el deterioro que, en lo económico y en lo social, han sufrido nuestros países en esta década. Anuncio con satisfacción que ayer en Washington, Costa Rica logró un acuerdo en principio, para rebajar sustancialmente su deuda externa. Lo señalo como otro ejemplo de un nuevo espíritu de aquel que es posible lograr con el diálogo y la comprensión mutua de los problemas. Alegrará el corazón de los costarricenses saber que este nuevo fruto de la razón permitirá un crecimiento aún mayor de nuestra economía. Deberá también alentar la esperanza para que otros países deudores logren acuerdos similares.
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Desarrollo y deforestación
Nuestras estrategias de desarrollo no podrán ignorar nunca más que debemos cuidar y mejorar el medio ambiente. La ambición y el descuido han ido ya muy lejos. Hemos envenenado y permitido que nuestras ciudades se llenen de ruidos. Hemos contaminado el agua y nuestros bosques se agotan. Tenemos justificando temores de lo que pueda pasar con un calentamiento global progresivo de la Tierra. La destrucción de la capa de ozono crea riesgos para la vida en el planeta. Debemos poner fin a la extinción de la diversidad biológica, a la erosión de los suelos y a la pérdida de los bosques. Es hora de construir una nueva armonía con que busquemos el bienestar de los pueblos mediante un desarrollo que promueva la justicia y la conservación apropiada de la naturaleza. Este es el único desarrollo sostenible para el futuro de la humanidad. La lluvia ácida es un problema que requiere atención, pero también la falta de agua potable para millones de hombres, mujeres y niños necesita respuesta urgente. Nadie debe imponer su solución. Juntos podemos encontrar caminos que garanticen el logro de nuestros objetivos y la distribución de responsabilidades.
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El camino del futuro
Es necesario definir ya un desarrollo con rostro humano. No debemos permitir nunca más que se traicionen los caminos de los hombre con las prácticas de la corrupción, con la persistencia de la miseria, con la tolerancia de la dictadura, con la complacencia ante el terrorismo, con la apatía ante la violencia, con el silencio frente a los que practican el racismo o con la cobardia ante quienes violan los derechos del hombre. Decía Víctor Hugo que nada hay más fuerte que una idea a la cual ha llegado su tiempo. Los hombres han luchado por estas ideas desde siempre. Hoy estamos frente a una oportunidad muy especial, ante un llamado de la historia al que es preciso responder. Estamos obligados a tomar una decisión: o nos refugiamos en el mundo del ayer y seguimos prisioneros de sus intereses y dogmas más arraigados o aceptamos el compromiso de crear para millones y millones de hombres una nueva historia. En toda empresa habrá siempre riesgos y es inútil pretender que para dar un paso diferente tengamos todas las garantías de triunfo. El camino del pasado, sin embargo, no nos deparó soluciones frente al hambre y el dolor de la opresión que sufren millones de seres humanos.
Porque Costa Rica asumió el compromiso político de trabajar por el mundo nuevo, por el camino del futuro, nuestra alianza es con el cambio. Aplaudimos el valor de quienes han iniciado el desarme nuclear y la reducción de la armas convencionales. Estamos empeñados en cambiar la historia de guerra y violencia centroamericana por una historia de paz y libertad. Gracias por el apoyo que hemos recibido de ustedes este empeño. Una vez más, les pido ayudar por medio de la diplomacia para que callen los fusiles, para que dialoguemos. Porque estamos por el cambio propiciamos el robustecimiento del sistema político interamericano, en un esquema de diplomacia regional, para enfrentarnos a la agenda común.
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Respuesta a la historia
Hace treinta años Rómulo Betancourt, visionario estadista venezolano, propuso que, para promover la libertad y la democracia, los pueblos libres rompieran sus relaciones políticas y comerciales con los regímenes autoritarios. Hace cuarenta años el visionario estadista costarricense, José Figueres, disolvió el ejército de Costa Rica para que se promovieran el desarrollo y la democracia. Quizá podamos decirles a Betancourt y a Figueres que llegó la hora de aislar al dictador y que lo haremos juntos; que llego la hora del desarme y que trabajaremos por lograrlo. Hace ciento ochenta años Bolívar soñó con una sola América. Hoy vemos un mundo con una Europa que alcanzará una unidad política y económica sin precedentes, donde tendrá que caer el Muro de Berlín y no habrá europeos pobres y otros ricos, unos presos y otros libres. Vemos un gran mercado que nace y que unirá a los pueblos de los Estados Unidos y Canadá. Es posible que otros se unan a ese mercado, por encima de las barreras de las lenguas. No nos quedaremos fuera de estos cambios. Tampoco seremos seguidores de lo que hacen otros. Queremos y debemos ser parte de la solución a los problemas. Quizá podamos decirle también a Bolívar que habrá una América en donde todos los hombres serán siempre libres.